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Sobre la desobediencia civil y la laguna de Walden por Henry David Thoreau. Otro tipo de sueño americano

Sin lugar a dudas, una cosa es la intencionalidad de un proyecto y otra bien distinta el resultado final, máxime cuando demasiados agentes a lo largo de años juegan la partida. Hoy nos desplazamos a los Estados Unidos, allá por la mitad del siglo XIX para poner sobre la mesa la figura de Henry David Walden (1817-1862). (Fig1)

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Henry David Thoreau (1817-1862)

Sí nos preguntamos quién fue Thoreau, él mismo nos responde en una de sus intervenciones en la Universidad de Harvard: “He sido maestro de escuela, tutor privado, agrimensor, jardinero, granjero, pintor (de casas), carpintero, albañil, jornalero, lapicero, fabricante de papel de lija, escritor y, a veces, poetastro”. Una vida no fácil de un personaje que supo combinar estudios y trabajo, pues su formación fue notable, destacando su paso por la Academia de Concord en 1828 donde estudió francés, griego, latín, geografía, historia y ciencias. Tras ello, acudió a la Universidad anteriormente citada ampliando su formación con italiano, francés, alemán y español, recibiendo a su vez clases de mineralogía, anatomía e historia natural. Se acabará graduando en 1837.

Si analizamos la trayectoria de Thoreau, hay un punto de inflexión en su vida que dura dos años y medio (1845-1847), tiempo en el que residirá en una cabaña frente a la laguna Walden. Sus miradas y reflexiones en dicho lugar serán publicadas en 1854 bajo el título de Walden. Aquí os dejo algunas muestras del pensamiento de un personaje que debería ser estudiado en todo sistema educativo que se precie. (Fig2)

En primer lugar, apela por la desobediencia civil, poniendo sobre la hoja una experiencia que vivió en el periodo de su “aislamiento” del sistema y la sociedad. Uno de los capítulos está dedicado a la Ciudad en él, hace mención a los contactos que tuvo con la misma en aquella época, pues no vivía como eremita de forma literal. El autor de Walden dice que “Al final del primer verano, una tarde que iba a la ciudad a recoger un zapato del remendón, fui arrestado y encarcelado porque, como he contado en otro lugar, no había pagado un impuesto o reconocido la autoridad de un estado que compra y vende hombres, mujeres y niños como ganado a las puertas de su cámara del senado. Había venido a los bosques con otros propósitos”. Realmente la cita es lapidaria ante el proyecto de los Estados Unidos que a su juicio da a entender que ha fracasado. Cuando Thoreau hace mención que lo contó en otro lugar, se refiere a la conferencia que dio en 1848 que versó sobre “la relación del individuo con el Estado”. Publicada y reeditada tiempo después con el título “Civil Disobedience”.

En el anterior texto aparece la cuestión de la esclavitud, el autor no entiende dicho mecanismo, postulándose por la abolición del mismo. De tal modo, acusará a sus conciudadanos de Massachusetts de permitir dicho sistema en un discurso en 1854 bajo el título de Slavery in Massachusetts: “No he leído con profundidad los estatutos de esta comunidad. No es una lectura provechosa. No siempre dicen la verdad y no siempre quieren decir lo que dicen”. En los últimos compases del discurso, nuestro personaje apuntará que “hemos gastado toda nuestra libertad heredada”, concluyendo que “caminé hacia una de nuestra lagunas”. Evidentemente se refiere a la laguna de Walden, espacio natural que habría que preservar, pues en él se encontraría el hombre consigo mismo, en un espacio en el que reinase la naturaleza. Por ende, nos encontramos a su vez ante un texto que aboga por la preservación del medio natural, fuente primigenia el ser humano.

Otros aspectos que caben destacar del autor es su admiración por los Indios y su forma de vida, de tal modo en uno de sus viajes (a Minesota) simpatizará en 1861 con los Sioux, atacados en diversas ocasiones por los propios Estados Unidos. Recordemos la batalla de Little Big Horn en 1876, reflejo de la expansión por el oeste en aras de mayores conquistas territoriales y obtención de recursos. En realidad, Thoreau se opone a las campañas de conquista que están realizando los Estados Unidos, claro caso que le tocó vivir fue la guerra de México. Los ejércitos no le causaban simpatía, lo individuos que los formaban, en realidad estaban vacíos en una constante huída.

Finalmente, en el campo del trabajo, afirmaba: “el propósito del trabajador debería ser, no ganarse la vida o conseguir un buen empleo, sino llevar a cabo bien determinado trabajo; incluso en sentido pecuniario, sería económico para una ciudad pagar a sus trabajadores tan bien que no sintieran que trabajaban por fines ínfimos, como la manutención, sino por fines científicos o aun morales”. Realmente, Henry David Walden araña los entresijos del alma humana en pos de construir otro mundo: “abramos canales nuevos, no para el comercio, sino para el pensamiento”. Ojalá la obra de Thoreau hubiera sido referencia en la construcción de los Estados Unidos, el mundo se antojaría diferente al actual, pero claro, eso depende de individuos y colectivos, tristemente volvió a premiar la negra gota insaciable que envuelve el alma del ser humano.

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